Los extremos hidrológicos y, en particular, las precipitaciones causantes de inundaciones son eventos naturales que han existido desde la antigüedad. En el presente siglo, han sido muchos los eventos de este tipo en todo el mundo. En los últimos años, los daños producidos por los extremos hidrológicos se han incrementado. Estos han producido mayores daños debido al crecimiento poblacional y la urbanización en sitios de potencial peligro.1 Los fenómenos asociados a los eventos El Niño y La Niña (ENSO) y los huracanes influyen en el clima del mundo entero con consecuencias que pueden llegar a ser dramáticas en lo que se refiere a los excesos o déficit de agua (inundaciones, sequías, ciclones o incendios). Existen evidencias sobre el incremento de eventos extremos y cambios abruptos del clima, altamente inusuales que hacen padecer grandes inundaciones y fuertes sequías sin dar tiempo a una posible adaptación a dicha variabilidad.2 En los últimos años el incremento en la frecuencia e intensidad de los eventos meteorológicos, se ha hecho más evidente, afectando altamente, no solo a la infraestructura urbana, sino a diferentes actividades económicas.3