La violencia intrafamiliar es un problema en gran medida cultural tan arraigado que lo cantan en las rondas infantiles perpetuando nosotros mismos una cultura violatoria de la dignidad humana afectando fundamentalmente a los menores que hacen parte del núcleo familiar. Cuando un padre incurre en actos de violencia intrafamiliar no solo lesiona el derecho del menor a su integridad personal, si no que transgrede el derecho de los menores al afecto a tener un vinculo familiar sano, libre de violencia, y le niega al niño la posibilidad de crecer y desarrollarse plenamente como ser humano autónomo (Barbosa, 1997)