Abstract
El diseño y creación de programas de formación, cualquiera sea su nivel o
modalidad siempre deberá responder, más que a intereses particulares de cualquier
institución de formación, su génesis habrá de ser las demandas sociales y porque
no, “el mercado”, entendiendo este mercado como las empresas o instituciones que
demanda determinado perfil profesional o una mano de obra con características
específicas.
Formar profesionales competentes, capaces de responder no solo a los nuevos
retos sociales, sino de manera consecuente y responsable con lo que la sociedad
demanda, debe ser la esencia de toda institución responsable, más esto no siempre
es así, tradicionalmente y con muy pocas excepciones, las universidades, como
centros y espacios de generación de conocimiento han venido estructurando sus
programas de formación a partir de lo que ellas consideran cual es el profesional
que el mercado requiere, sin detenerse a pensar, mucho menos consultar si ese
profesional es el que demandan.
Cuando se habla de profesionales con perfil o formación docente el asunto se
vuelve aún más complejo. La responsabilidad de formar docentes o maestros es un
asunto que tradicionalmente se ha dejado en manos de las Escuelas Normales.
Desde hace décadas estas instituciones han cargado con la tarea de formar los
maestros que la sociedad necesita, labor noble por lo demás. Sin embargo, al llegar
estos maestros a las universidades, con el fin de hacerse profesionales en el área
de su interés, en su gran mayoría Licenciaturas, encuentran que son muy pocas las
instituciones de educación superior que ofrecen este tipo de formación, bien porque
no lo consideran rentable desde el punto de vista económico, o bien porque no hace
parte de su esencia y perfil institucional, dicho de otra manera, formar maestros no
hace parte de su naturaleza.