Abstract
En las últimas décadas, para identificar a la población con discapacidad
se han usado términos como el de: impedidos, inválidos, minusválidos,
incapacitados, desvalidos, discapacitados, y personas con discapacidad, entre
otros. La utilización de estos términos refleja, en sí misma, las distintas
concepciones que funcionarios, instituciones y personas en general manejan
con respecto a este grupo poblacional. (DANE,2004).
En 1980, la Organización Mundial de la Salud –OMS, publicó la
Clasificación Internacional de Deficiencias, Incapacidades y Minusvalías –
CIDIM3. La CIDIM permitía clasificar y catalogar, no las enfermedades y las
lesiones que en algún momento pueda tener una persona, sino más bien las
muy probables consecuencias que esas lesiones o enfermedades pueden
presentar en el individuo en términos de deficiencias, incapacidades y
minusvalías. (DANE,2004).
Posteriormente, en la década de los noventa, nuevamente la
Organización de las Naciones Unidas, a través de la Organización Mundial de
la Salud, continúa con los desarrollos conceptuales, y presenta una nueva
clasificación en la cual lo más importante de resaltar es el cambio del término
incapacidad por el de discapacidad. (DANE,2004).
A partir de esto surgen nuevos términos que son:
− Deficiencia: Dentro de la experiencia de salud, una deficiencia es toda
pérdida o anormalidad de una estructura o función psicológica, fisiológica o
anatómica. La deficiencia se caracteriza por pérdidas o anormalidades que
pueden ser temporales o permanentes, entre las que se incluye la existencia o
aparición de una anomalía, defecto o pérdida producida en un miembro,
órgano, tejido u otra estructura del cuerpo, incluidos los sistemas propios de la
función mental. La deficiencia representa la exteriorización de un estado
patológico y, en principio, refleja perturbaciones a nivel del órgano. (Abdías
Calderón Justo, año 7)