Abstract
Las transformaciones generadas por la globalización de la sociedad actual, han
ocasionado desventajas para algunas organizaciones, por su incapacidad adaptativa,
carencia de flexibilidad y de un personal profesional altamente capacitado y competitivo
para enfrentar las situaciones problémicas y los retos del mundo laboral. Aparece entonces
el Conocimiento, como impulsor del desarrollo organizativo y social, facultando a las
instituciones de educación superior con la misión de formar profesionales capacitados,
calificados y comprometidos (Khalid H. Al-Rawahy, 2013), implementando el concepto de
Competencias, asociado a los sistemas de formación, en los países en desarrollo, buscando
equilibrar las necesidades personales, organizacionales y de la sociedad en general, que
según el Ministerio de Educación Nacional de Colombia MEN (2003) se pueden clasificar
como competencias básicas, laborales (generales y específicas) y ciudadanas (Ruíz de
Vargas, Jaraba, Romero, 2005). La universidad, en ese orden de ideas, tiene un rol
protagónico, ante el surgimiento de la gestión por competencias laborales, que obedece a la
necesidad de acortar distancia entre esfuerzo de formación y resultado efectivo (Mertens,
2000) (UNESCO, 1998), con desarrollo sostenible, ética y valores
Durante su formación, el futuro profesional es surtido con conocimientos teóricos,
utilizando herramientas y diferentes estilos de aprendizaje, apoyados eventualmente en
prácticas que reflejan o no situaciones reales del entorno laboral. No obstante, en la realidad
se presentan inconvenientes laborales que pueden no ser resueltos del mismo modo por las
características de cada situación, generando sobre todo fallas en la gestión de productividad
y competitividad del proceso.