Abstract
"Mongo viajaba por todo el mundo. En un viaje a Boston estoy en el hotel… suena la puerta, un día, y… “¿Edy Martínez?” Sí. “Mira, mi nombre es Justo Almario, soy colombiano”. Sí, entra, por favor. “Yo soy estudiante de la Berklee School of Music aquí en Boston y estoy por graduarme y pues quisiera tocarte algunos de mis trabajos y mis cosas que yo he hecho”. Sí, claro, cómo no. Una maravilla. Seis meses después vuelvo con Mongo a Boston y Mongo venía teniendo un problema con un muchacho que ya murió, tenorista, americano, Carl Jefferson. Me llama Mongo: “Edy, ¿qué hacemos? Carl… hay un problema terrible, no viene, no puede venir, está muy enfermo”. Entonces yo había conocido a Justo Almario y le digo: “mira, Mongo, aquí hay un saxofonista impresionante, un musicazo. Él es arreglista, él es compositor, y un saxofonista impresionante. Si no viene este muchacho, él puede hacer
muy fácil el trabajo”. “Ok, Edy. ¿Y de dónde es él?” –“Él es colombiano”. –“Ay, ¿tú estás seguro de él?” –“Mongo, él es un colombiano, pero un colombiano que tiene toda la información de jazz y el sentimiento y el verdadero feeling del jazz, como a ti te gusta”. –“Ok, que venga esta noche. Garantizado, ¿verdad?”. –“Mongo, él es el hombre”