Resumen
Las sociedades capitalistas se han abocado en una lucha sin cuartel, en la cual la eficiencia se mide por el mayor o menor crecimiento de su producción, es éste el principal factor que explica la dependencia del Estado en las sociedades democráticas con respecto a los capitalistas. Si un país decrece o estanca su producción por varios años consecutivos, se dice que está en crisis. Este aspecto obliga al Estado a privilegiar el objetivo del crecimiento sobre cualquier otro. Las señales que pueden proveer los gobiernos para reducir la incertidumbre son vitales para los capitalistas. En consecuencia, estos últimos también tienen cierto grado de dependencia con respecto al primero. El Fondo Monetario Internacional - FMI y el Banco Mundial - BM, monitorean permanentemente las economías del mundo, aún las de aquellos países que no están endeudados con ellos. Sin embargo, los primeros no responden ante los electores por las consecuencias que se puedan acarrear. Son los gobiernos democráticamente elegidos quienes cargan con estos costos. Los procesos de modernización estatal intentaron caminar en esa dirección. Sin embargo, los resultados de las reformas han dado pie para el reaparecimiento de los discursos populistas en la política. En un contexto de grandes costos sociales, la sociedad vulnerable está ansiosa de retórica cargada de tintes redentores. Esto enmarca un peligro mayor, la religión no puede darse el lujo de volver a las políticas fiscales irresponsables.