Resumen
Los biocombustibles son alcoholes, éteres, ésteres y otros compuestos
químicos, producidos a partir de biomasa, como las plantas herbáceas y
leñosas, residuos de la agricultura y actividad forestal, y una gran cantidad de
desechos industriales, como los desperdicios de la industria alimenticia.
El término biomasa hace referencia a toda materia que puede obtenerse a
través de fotosíntesis. La mayoría de las especies vegetales utilizan la energía
solar para crear azúcares, partiendo de sustancias simples como el agua y el
dióxido de carbono, almacenando esta energía en forma de moléculas de
glucosa, almidón, aceite, etc.
Entre los biocombustibles podemos incluir al biodiesel, bioetanol, biometanol, y
muchos otros. Los dos productos más desarrollados y empleados de esta clase
de combustibles son, el biodiesel y el bioetanol.
La idea de utilizar productos vegetales en el corazón mismo del motor no es
ninguna novedad. Sólo con citar la experiencia del creador del motor de
encendido por compresión, o motor diesel, el propio Rudolf Diesel, quien utilizó
aceite de maní para impulsar una de sus creaciones en la exposición de París
de 1900, nos indica, que las raíces de este asunto se remontan un centenar de
años atrás.
Durante estos cien años, y fundamentalmente, en la segunda mitad del siglo
veinte, se sucedieron un sin fin de investigaciones y experiencias, las que
llevaron como estandarte la frase “el aceite de cocina será el combustible
del futuro”, a la cual se le ha otorgado un significativo impulso en estos
últimos años.[1]