Abstract
Hoy por hoy, la gestión en la cadena de suministros se ha convertido en un
concepto fundamental para que las empresas mejoren las relaciones con los
clientes y proveedores, y desarrollen una ventaja competitiva. Lambert et al.,
(1998) definen la cadena de suministro como la alineación de empresas que
traspasan un producto o servicio al mercado, en donde el cliente final constituye
una parte integral de la misma. Otras perspectivas más recientes, las proporcionan
Companys (2005) y Chandra & Tumanyan (2007), quienes establecen que la
cadena de suministro es una red de organizaciones interrelacionadas que
intervienen en diferentes fases del proceso productivo, mediante actividades que
añaden valor, para satisfacción de los requerimientos de los clientes.
La extrema competitividad que existe en la economía actual, unida a los efectos
de la globalización, obligan a la industria a encontrar nuevas vías para interactuar
y satisfacer a los clientes. En una cadena de suministros, se identifican diferentes
tipos de agentes: proveedores, fabricantes, distribuidores, minoristas y
consumidores, los cuales colaboran para entregar los productos de forma rápida y
eficaz de modo que el dinero fluya a través de la economía. Entre cada uno de
estos agentes se presentan diferentes tipos de flujos: información, materiales –
componentes – productos y dinero, mediante el establecimiento de intercambio
relacional (Forrester, 1961). De acuerdo con Beamon, (1998), en las cadenas de
suministro se distingue un primer macro proceso ascendente denominado
“Proceso de Producción”, que abarca la planificación de la producción, la
adquisición de los materiales, la transformación de los materiales en productos
terminados y la gestión de inventario, y un segundo macro proceso descendente
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denominado de “Distribución”, que abarca la planificación y gestión de la red de
distribución, el transporte y entrega de productos terminados.