Resumen
La economía china en los últimos años ha mostrado un dinamismo y
crecimiento como ninguna otra en el mundo. Con el paso de una economía
centralizada a una economía “socialista con características chinas”, la apertura
iniciada a finales de los 70, y con la entrada en la OMC, se ha podido observar
un panorama completamente diferente en esta economía
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China es hoy mucho más que un estereotipo. La transformación que ha tenido
su economía en las últimas dos décadas, la han convertido en actor decisivo en
las corrientes comerciales y financieras a escala global. Actualmente es capaz
de alterar el campo de juego en muchos mercados. Esto se manifiesta en la
atracción de las inversiones directas, el consumo de combustibles y otras
materias primas, la configuración de redes regionales de negocios en el Pacífico y, más recientemente, en América Latina. Por su extensión territorial, la
magnitud de su población, su pujante capacidad productiva y el elevado gasto
de inversión que realiza, constituye una de las economías más fuertes y sólidas
del mundo.
Este progreso se ha manifestado en un crecimiento muy elevado, en una
notable transformación estructural y en una mejora considerable del nivel y de
la calidad de vida de la población. En los últimos años el crecimiento
económico de China ha mostrado un incremento estable del PIB alrededor de
un 8% como promedio anual desde 1997, con tasas que han superado el 9%
desde 2003. Todo esto ha estado motivado principalmente por su expansión
industrial y por sus considerables exportaciones.