Resumen
La pesca es una de las profesiones más antiguas y ha constituido la base de casi
todos los asentamientos humanos ubicados en ríos, ciénagas y costas del mundo.
En Colombia, la actividad se ha desarrollado con alta diversidad, métodos y artes
de pesca según la región; sin embargo, ésta se ha ejercido de manera artesanal
con fines de subsistencia, principalmente, mientras que son pocas las pesquerías
de tipo industrial. Además, y pese a su enorme importancia y valor, los recursos
están sufriendo los efectos combinados de la sobreexplotación y de la
degradación ambiental (Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca. & Fundación
Humedales, 2013; Esquivel et al., 2014; Niño & Posada, 2014). Esta pérdida de
biodiversidad también ha obedecido, entre otros aspectos, al creciente aumento
de hidroeléctricas alrededor del mundo (Agostinho, Pelicice, & Gomes, 2008).
En Colombia, la operación del Embalse Urrá -central hidroeléctrica ubicada en el
departamento de Córdoba, y que inició operaciones el 15 de febrero de 2000- no
ha sido la excepción. La modificación de los regímenes hidráulicos y el
fraccionamiento de las poblaciones de peces -debido a la barrera física impuesta
por la presa-, han sido los principales hechos que han afectado la biodiversidad en
toda la cuenca del río Sinú, con incidencia directa sobre la comunidad indígena
Embera Katio y los pescadores locales, principales usuarios de dicha cuenca.
Asimismo, la creación de una laguna, la cual alteró la relación ancestral de uso de
la tierra, indujo a los campesinos e indígenas que habitan en el alto Sinú a mirar
su futuro con incertidumbre, más en una zona donde la pesca no era un actividad
tecnificada, sino de subsistencia para los núcleos familiares (Valderrama, Salas, &
Solano, 2006, p. 58).